Un compromiso.
La palabra encuentro genera generalmente sentimientos positivos, invita a la alegría, al descubrimiento de algo nuevo o al redescubrimiento de lo que alguna vez hizo generar fuertes emociones. Cuando estos encuentros son planeados y acompañados, surgen de ellos frutos de amistad, de sinceridad y de autorrealización, pues a fin de cuentas una de las más profundas realizaciones del ser humano es la de sentirse parte de algo, miembro de un grupo, útil en su misión personal y común.
Bajo esta divisa de “Encuentro” se llevó a cabo una reunión de jóvenes alumnos de nuestras instituciones de la región noreste: Saltillo, Monterrey Chepe Vera, Monterrey Contry, Matamoros y Monclova, en la búsqueda de seguir profundizando juntos sobre la propia vocación. Animados por la segunda parte del lema del Instituto para los 300 años de la Pascua de San Juan Bautista de la Salle: un compromiso, los participantes pudieron reflexionar en torno a la manera en que a lo largo de su vida han ido tomando decisiones y como las siguen tomando para guiar el rumbo de su vida, superando a la inercia tan característica de esta sociedad posmoderna en la que el dejarse llevar se convierte en lema de vida.
El encuentro, en el entorno de la Casa Hogar de los Pequeños de San José propició que la palabra “compromiso” tomara rostro a través de diferentes actividades de convivencia y reflexión. Guiados por hermanos, seglares comprometidos y por los voluntarios de la casa, se pudo ir caminando poco a poco en un proceso que, si bien es forzado, pretende ser camino para el análisis de la vida cotidiana de cada joven, para cada joven se fue buscando forjar una historia parecida a esta:
Fuimos narrando nuestra propia vida a través de los grandes compromisos que se hemos tomado en una línea del tiempo, descubrimos aquello que aún no sabemos de nosotros mismos, plasmamos nuestras grandes anclas a través de la elaboración de barcos de papel en los que precisamente escribimos aquellas cosas que nos detienen en nuestro camino de salvación y realización, pero también a la vez fuimos representando nuestros anhelos más profundos en un avión de papel que es símbolo de libertad y amplitud. La convivencia entre jóvenes que venimos buscando a Dios también fue clave pues nos demuestra que no estamos solos en este camino.
Salimos al encuentro de aquellos que no tienen voz en el Hospital General de la Ciudad de Saltillo, observamos, encuestamos, platicamos y anotamos injusticias en el trato hacia uno de los momentos más frágiles para el ser humano: la enfermedad. Nuestras voces en las que resonaron las de muchas personas varadas en el hospital y sus inmediaciones fueron reportadas a una instancia competente para que se siga luchando por la justicia en favor del más necesitado, camino de educación y formación como el de La Salle.
El contacto constante con el corazón de la Casa Hogar, la capilla, fue clave para entender que en el fondo lo que buscamos es lo que ÉL busca para nosotros: paz, unidad, alegría, realización.
Es de admirar que, a pesar de las edades de los jóvenes, mayoría de tercero de secundaria, sus actitudes se prestaron para la vivencia del encuentro con profundidad, convivencia, disposición y oración. Que los frutos de este encuentro sean de provecho para los jóvenes y sus familias, que a nosotros hermanos nos revitalice ver la alegría de quienes todavía buscan a Dios y que si es su voluntad y la de los muchachos comiencen a aspirar a formar parte de nuestra familia.
César Pablo Campos Flores
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